18 de abril de 2011

Difuso

Aluvional
Incongruente
Difuso

Sazonar los días

Presente en la ausencia
-----------------------viva en mí

Distancia
Vastedad
Confín

Ayeres abigarrados

En tus imagenes busco
-----------------------la señal
el desenlace

Descubierto de postura y disfraz
lo recorro, mío

Nos fundimos inconscientes
instintivos

Ajena a tenerte

Aluvional
---------------Incongruente
-----------------------------------Difuso.

3 de abril de 2011

Aluvional


Don de la anticipación o la casualidad venturosa. Doce meses de transformación, muerte y resurrección. Ahinco en la meta y fortuna en el desvío.

Lo más preciado se tornó esquivo. Sueños alcanzados. Olvidos necesarios. Tu mano en la mía. Vos en mí.
Y estás conmigo. Porque la duración de los sentimientos no tiene que ver con una medida en el tiempo. Y seguís aquí, habitándome en cada instante y en cada paso.
Caminos imprevistos, inciertos. Nuestra imagen juntos se desdibuja, lejana, casa irreal; con la consistencia de un sueño.
Ciento ochenta días en pausa inevitable, la misma que tiempo atrás hubiese sido insostenible; cuando cada minuto causaba un nuevo laberinto y cada instante un abismo insondable. Zozobra, incertitud, espera.
Porque habían sido dos los años de espera, desde aquel abril que precipitó el caos. Tu partida. Tu determinación volcánica.
Sobreviví, sobreviviendo. Se trató de eso, de remar un bote encallado que en verdad ya no deseaba avanzar; sin camino, ni sueño posible.
Mayo traería otro adiós. Tu regreso y un fin tan necesario como infausto. Aún me cuesta creer que después de una vida, la tarde que determinaría el último día, lo ignorábamos. No sé como sobrellevaría hoy tu muerte si no hubiesen existido aquellos llamados que nos hermanaron para siempre.

Y fue la última noche del mismo mayo cuando te vi a vos por primera vez, injustos los pasos, el inmediato después, las noches separados y unidos por aquello hilos invisibles que nos volvieron esenciales, vitales.
No, no te comprendo ni comprenderé. Jamás.
Claro, lo habías dicho, era una cápsula atemporal y eso no respaldaba un futuro cotidiano, un día a día juntos y de a dos. No más horas excepcionales sino minutos simples, llenos de nosotros.
El corazón quedó atenazado con tu abrazo formal y la mentira. Con el silencio previo. El total descuido. Quién serás hoy. Te acordarás de mí, en este instante cuando te nombro, rodeado de otras voces. Cuándo pasen los años, cuándo pase la vida.
Cuándo fue que me volví prescindible, que ya no importó que todo declinase y la espera se convirtiera en letargo. De sueños. De futuros distintos.
Lo irremediable se tornó imprevisible y carente de significado.
Buscadores de causas y efectos, de una suma de por qués resueltos...
Esto fue así porque me mudé aquí y ella sugería escribir, y entonces fue el azar y un hechizo de años hecho al fin palabra...
Venías desde lejos y te quedaste para siempre. Sin razón y con este ahora muerto de pena.
El patio de los naranjos venía con destino escrito. Descifrarlo, elegir, sentir, vivirlo. Y fue lindo mientras duró. Insólito. No me reconozco en la mayoría de mis actos. Y extraño a la que empezó a ver el mundo en naranja...
Qué no decline la fe, las fuerzas, ni ese creer en el otro que hoy cuesta mucho. Porque fallaron tanto... Exageraron. Prometieron imposibles. Suma de encuentros que hoy dan cero.
Mi sur también era posible y el destino parecía devolverme a mi lugar. Y podría haber sido definitivamente ahí, en mi patagonia de las hadas, o en la Suisse de l'Amerique, pero no. Y tal vez el áncora detuvo precipicios.
Si todo pasa por algo, si no hay huella en falso, si hace un noviembre se abrió un camino que nunca cesó de bifurcarse en muchos otros y de modo aluvional generó esta nueva curva, el sendero encauzado, demorado destino, o el definitivo acierto.

 
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