29 de diciembre de 2011

Falacia de intención

Si fue previsible o de improviso, connotar y denotar, deducir e inducir. Silencios.
Donde encuentro estas horas, hojas; estos vientos, soles y amaneceres nuevos; ser el reflejo que huye de las sombras, que la pena no arrastre; verme, desde adentro, desde afuera. Es la hora quieta de no hallarte. Invalida la tentativa; el sueño. La individualidad titanista y libertaria. Te vuelve similar, trivial y parejo.
Y es tu distancia y también la suya. El desatino inoportuno y la furia sin furia de esta nueva y ancestral garantía de testimonio. Impropio, inadecuado. Poco eficaz por cierto; cuando fuimos uno, y costaba soltarse, y eran necesarios tus brazos para sostenerme, tu mano para volver, tus ojos para verme. Y sin embargo fuimos el detonante o la causa, cuando aún éramos sueño. Porque aunque valiese la última inspiración lo hubiera hecho. Porque partida en mil pedazos empecé a juntarlos. Y fue pictórica reconstrucción. En movimiento. Con melodías. Escenarios. Gentes. Voces. Hallarme; facultad maestra.
Iba a ser para siempre y lo es. No caen lágrimas ni se extingue, no se cierra el pecho por destrato. Aún hay suficiente. Sólo la pena. Legitimados sin embargo. Justificados. Indesarraigable.
Habrá que regresar al sol para vernos. Al mar. Al horizonte naranja y herido; agradecer, porque habría un después.

Evadirte no te vuelve exótico. El tedio y la agonía no te salvan. Tu ideal recóndito no desabisma.
Es necesario volver a creer, ante la evidencia de la escena repetida, de lo tácito sin fin, que imploré no más. Vos, que desnudas tu alma a cada paso. Que no seas recuerdo. Presente y cotidiano sin acostumbrarnos. Poético. Al lado.

19 de diciembre de 2011

Implosión


Implosión: acción de romperse hacia dentro con estruendo las paredes de una cavidad en cuyo interior existe una presión inferior a la exterior.

Por qué soñé con vos, que casi ya no estás cuando no estuviste nunca, porque nunca fue como soñamos, que tal vez, quizá, era para siempre.
Alle soglie del duemila, cuando te conocí, sentí eso: la eternidad en un instante, pero tocó llorar más de lo aconsejable y perdernos, y no ser felices. Una vez más.
Y tu temor que fue cobardía, el triunfo del no por si acaso; las medias tintas y la falta de riesgo. Me veías fuerte. Nunca fui más débil.
No fue el tedio. Fue la inercia. Fue no jugar con los asuntos en juego; no fue prioridad el amor. El amor de una vida. Quizás por lo único que te desprecio; por tu minivida, por tus minicertezas.
Te soñé. A vos y al Bacacay, y a un pasaje que era habitual y cotidiano y no existe. Buscaba la ventana que miraba al Solís.
Soñé tu desamor y tu descuido; tu miedo y dualidad. Pero al lado mío.
Ahora en vigilia recuerdo que sos múltiple.
No habría más moneditas; ni de diez ni de veintinco, y nos quedábamos con ahorros perdidos, por dejar para después.
Tu lucha era esa. Defendías a todos. Alertabas. Tenías una misión, y hablabas de ella como de "tu mujer". Esto también el día me lo devela. Leí en aquel "mi mujer", y dolió en el alma. Aunque ya no importe.
Sepulcro de sueños dormidos; ahí descansan.
Tal vez te soñé a vos, por vos y por él; por la implosión. La de ahora. La que rompió y astilló. El escozor; el brívido del nudo que es vacío y es montón de palabras que no dije. Porque puedo pero tal vez no deba. Impera el debe. Porque es mi riesgo a pesar de todo. Porque te anticipaste pero ya estabas dentro, y recién lo supe cuando necesité empezar a expulsarte con lágrimas. Qué te evapores y te vayas. Si toca perder de nuevo. Designio develado.
Y si se tratase de no volver a amar; nunca más, como me juré después del río; de la anchura; de la ausencia viva; habitada.
Lo efímero de tu para siempre; la inconsecuencia, el absurdo, de este hoy que nos mantiene juntos y separados.
Matarlo y matarte, no a la causa que enarbola. Porque vendrán muchas otras. Es necesario el crimen perfecto. No habrá ya prioridades numeradas. Sería deshonesto que ignores que con tu ayuda puedo. Que lo intuyas.
Si me lo preguntas te lo contesto. Ocultarlo puedo, negarlo ya no.


a A.F.

15 de diciembre de 2011

Recuerdo de un bosque


El laberinto diversifica, multiplica y distrae; nos guía el espectro; la inadecuación más apropiada. Arremete. Entorpece. Deriva. La meta desdoblada y dispar. El anhelo confuso.
Marionetas conscientes o matiz. Mandala de nosotros mismos.
Interesados. Curiosos. Insaciables. Sin alertas ni prejuicios.
Y me zambullo en lo probable y lo imposible; en la incongruencia congruente de este mar de piedad. El bosque nos teme. Nos expulsa. Y sin embargo, estamos aquí, pasajeros de este sueño sin retorno en misión olvidada. Distraída. Transitando los límites, la incertidumbre del ser.
Querer y que no nos quieran. Jurar eterno amor y el rechazo. Por aquellos lugares que ya fueron nuestros. Desconcertados por el vínculo; avanzamos a ciegas sin recordar cuáles fueron los por qué. La unión kármica y quizá inconclusa; non finita. Deudores tal vez.
Y te invito a mi vida sin prejuicios. Sólo peligra el no por si acaso, la vacilación o el desgano; el descreer; la ausencia de fe.
Confío en nosotros. Hermanados. Unidos por lo invisible que se siente y no se deja ver. Podés un poco más; mucho más. Que el sol procure el resto, que la sal nos purifique y vislumbre lo potencial del ser.
Sí, nos reconocimos. Fue un reencuentro. Algo pendiente nos hermana. Desde esa tarde crecimos. Y fue testigo el río, y también el sol; los intervalos y las pausas; la ruta. Cómplice.
Y no es preciso colorear ni edulcorar.
Desmesurados.
Te dejo que seas, y te dejes ser. Sin tamiz. Que trasciendas lo imposible o lo jamás imaginado. Que llegues al bosque. Al recuerdo nítido y ancestral que quiso este conglomerado de retratos y tiempos. Ya no sabemos cuándo ni dónde fue que fue.

9 de diciembre de 2011

Diálogos

Las primeras horas de la mañana nada incongruentes, siquiera difusas; inadecuadas por el desatino. Definitivo, y con aroma a fin. Porque ya era suficiente, como nunca jamás antes.
La primeras horas de la tarde precipitadas urgieron, veloces, empapadas de letras que conjugaban ideas difíciles de plasmar. Pero el resultado dio su fruto y la paz sobrevino, como quien se libera del peso insoportable. Aquel que no merece la carga. Eludimos, certeros y confiados.
La postergada cita y el ida y vuelta; el que tornó imposible ocultarse y ocultarte. Tu verdad aventajada. Mi desconcierto; mi verdad.
Lo sabías. Antes que yo. Lo supiste siempre. Aún lo ignoro. Los pretextos.
Si la curiosidad o el sentimiento incipiente y profundo.
Tu sabiduría. El don de la anticipación o el azar venturoso.
Un himno que sonó ilustre al ser nombrado. Casualidad. Causalidad.
De emociones e impostergables. De anhelos y sueños demorados. Brindar al son de un trígono que fortalezca y facilite. Qué la cuadratura y el opuesto no apaguen ni extingan, no aplaquen ni rebajen.
Multiplicidad de vivencias compartidas.
Aquello que sospechábamos y confirmamos. Ineludible. Sin tamiz y sin alarmas, tu certeza y mi descuido.
Tu intuición y mi afán obstinado.
Por si acaso.

4 de diciembre de 2011

De comienzos y de fines...

Desabismando inciertos. Flotando. Qué cuanto más enmarañado se presenta mayor es el resultado.
Verte, querida, y comprobar que dos días son el conectivo de una vida. La distancia que sortea kilómetros y relojes.
Y vos, que sos el hallazgo de este último calendario. El sinfin de caminos que comulgaron para el encuentro. Qué sepas que estoy y que también te quiero. Que sos un sol de vida, brillando a cada paso. Qué no tengas miedo. Qué todo es por algo.
Tu voz en el teléfono. Tu voz y mi silencio. Ausencia. Lacrado en mi piel te llevo conmigo. Siempre. A pesar de los lugares que no fueron tuyos; de las voces que jamás oíste; a pesar del tiempo que asfixia y descomprime en tu recuerdo.
Las otras puertas. Las que ni vislumbrábamos poder atravesar. Se puede.
Fue verdad. Tu complicidad y el ida y vuelta. Mutuo. Sin destiempos.
La dicha de que existas. Contemporáneo y presente. Sin miedos. Sin disfraz. Sin etiquetas ni autopredicción. Porque el futuro es incertidumbre, a pesar del éxito optimista y del pesimismo de valor.
Porque cuando ponemos en común los males, nos sentimos menos únicos y menos solos. Nadie sale impune. La multiplicidad nos abisma a todos; mejor o peor administrado.
Y en este sueño, pasajero y sin retorno, me das tu mano, tomo la tuya y te acompaño, no sin recuerdos, no sin pasado. Con mi ser todo. Lo que fui, lo que eras, y lo que toque ser. Y me confieso en vos sin velos. Y no hay ni miedo de verte, ni desesperación de hallarte. Tu corazón que pide pausa. La tormenta que ya cesa. Los mañanas naranjas y los crepúsculos sin lágrimas.
Que haya mucha vida por delante. Todo por dar. Todo por darse.

 
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