28 de febrero de 2015

La doble identidad (parte XXVI)

Sin embargo en el taller de los miércoles de Gallo, comenzaron a surgir más escritos...

Silencios
Tu silencio anticipado; desgarrador. Porque mucho más duele la distancia y el tiempo. Es difícil que lo ignores, que no lo sepas ver.
El silencio entre muros me habita. No logro aliarme a él. Imanta. Invade. Interpela. No deja ser. Busco. No encuentro. Lo intento. Fracaso.
El bullicio interno es más poderoso aún...
El tiempo corre veloz y eterno en el instante en que te nombro,
y aunque la ansiedad arremete silenciosa, elijo tus ojos; mirarme en ellos.
Preciso tus manos, que me toman tenues, cuando nuestros cuerpos hablan y danzan el misterio de la creación.
Los silencios tácitos. Débiles. Los adioses sin fin. Los que impiden poner el punto final continuando vivos en el momento presente. Vivos y fuertes.
Cuánto menos duelen las palabras, aunque perforen el alma, pero no dejan lugar al vacío constante.
Cuánto hubiese necesitado tu voz antes del fin.

De mentiras y verdades
Y te miento. Lo callo. No te cuento mi verdad, que quizás no ignores...
Hago como que nada ocurre, y el abismo se aligera. Sin embargo hay una tensa calma.
Porque no, no podrías soportar que te quieran. Lo dejaste más que claro desde siempre. Entonces juego tu juego por miedo a perderte, a no compartir siquiera los ratos que me das, y que yo acepto porque casi desde el comienzo fue así y no me siento con derecho a cambiarlo, ni tampoco saldría airosa.
¿Te importaría saber que para mí da igual? que son tus manos que sostienen y abrazan, y que no quiero perder.
Tu mirada... Adoro que tus ojos sonrían, y que tus brazos me llenen de vos, que no tenga que explicarte nada porque lo sabés todo. Porque si te dijese que sos mucho más importante que lo que ya sabés, te alejarías de prisa. Es tu límite, no el mío. Pero sí es, el que has escrito para ambos.
Juntos converge el universo. Juntos el cielo está más cerca, y el cotidiano es magia.

Y comencé a intuir Montevideo...

Amada Montevideo
Siento que me esperás, que sabés de mi amor por vos; incondicional. No podés ignorarlo. 
De los recuerdos imborrables, porque te llevo conmigo a todas partes, y me siento más de allá que de acá...
Es tu luz anaranjada, tu andar calmo, la sal en el aire.Tu magia.
Cada mañana te miro desde esta orilla, a modo de ritual y anhelo que sea pronto, muy pronto el reencuentro.
Tanto te quise, que aquella vez no importó el fin y pude sostenerme en pie a pesar del dolor. No solo sostenerme, sino sentirme plena. La calle Rincón sabe de adioses. Tácitos.
Tanto te quiero, que anhelo ese viaje, casi como nada más preciado en este instante mismo.
Quiero que me veas bien, como me vienen diciendo tantos.
Me hablaron de auras blancas y mucha luz.
Sin embargo ya no vendría llena de libros de tu Tristán, pero no me perdería tu café con leche de La Calesita, ni el salmón con caipiroshka en Hemingway, sí caminaría la Rambla hasta llegar a Che Montevideo, y no dejaría de llevarte liliums naranjas, maestro Benedetti, ni de sentarme en la mesa de tu bar.
También conocí tu Ronda, donde aún tu voz está viva, Darno. Tan viva como me sentía yo el día que llegué hasta el lugar donde descansás, a alcanzarte unas flores y una carta. A hablar con vos.
Quiero caminar la 18 de Julio y perderme en tus calles, mi amada Montevideo. Deseo verte y pronto. Ojalá fuese antes de mi próximo aniversario, y de tu mano, Anto, amiga del alma.

De fortalezas y debilidades
Cuesta tantas veces estar. Cuesta ser. Cuando los minutos se multiplican infinitos y el tiempo se vuelve un abismo difícil de abordar.
Cuesta no estar con vos. Cuesta tanto...
Cuesta tenerte lejos y extrañarte.
Cuesta la subida en pendiente, desde que los tiempos abandonaron la meta clara, el andar calmo, pausado, feliz.
Cuesta también sonreír ante la vicisitud.
Cuesta creerte; hoy. Nunca será igual.
Y soy fuerte ante la adversidad.
Resistir, de eso se trata.
Me obligo, lo logro, lo alcanzo. Llego.
Y me gustan los desafíos aunque les tema.
Me puede una mirada triste, una disculpa a tiempo. No me es complicado perdonar.
Lo he hecho una y mil veces, como si el tiempo sobrase. Como si siempre se pudiesen conceder nuevas oportunidades.
Y sé escuchar. Escucharte.
Y recuerdo. Te recuerdo. 

Un aleph en la montaña
Es un círculo, una esfera, un punto donde convergen todos los puntos del planeta. 
La mente se aclara, los alrededores se desvanecen y miro fijo esa orbe en la montaña. Desde el lago, desde la orilla...
Y volvés vos, y me decís que no es cierto. Me pedís perdón por haberme visto llorar tanto.
Y yo estoy como siempre, viviendo mi Sur, y aún no te ha tocado partir Aless, y puedo ver el otoño compartido. Las charlas no son por escrito. Te tengo frente a frente.
Claudio vive. Todavía su corazón está sano.
Voy y vengo en milésimas de segundos. Mi casa lavanda me espera, pero ahora también es esa y es otra que aún no conozco. Queda muy cerca de aquí.
Puedo ver pasado, presente y futuro. Nuestros días en Cariló, y el mañana que se adentraba. Leer aquella carta. Flotar en las sales del Este.
Aún no ha habido encierros, ni asfixias, ni dolores que calmar.
Los otoños son rojos, ocres y anaranjados, esperan la nieve. Sin embargo es primavera.
Los demás cerros no tienen tu magia. Debo mirar muy fijo el círculo que gira sin cesar mostrándome mis primeros pasos, los años que siguieron. También hay música, parece ser griega, y se cuelan imágenes de otros tiempos, pero es hoy. Y soy yo que estoy ahí y en la esfera; girando...
Y te abrazo, papá. Por fin te abrazo. Y volvés a decirme que estamos todos en un mismo plano, que es cuestión de saber ver. Jorgito está con vos, y los siento muy cercanos. Han saldado cuentas. Le pregunté por la nona, no me supo contestar...
Conservan la imagen de siempre. No han envejecido.
Claro papá, ahí no hay tiempos.
De pronto un atardecer violeta todo lo cubre, es hora de regresar. El punto se fuga, girando.

De soledades
Es estar con vos y sentir sin embargo la distancia. Con vos, y con vos también. 
Experimentar la unidad; esta unidad que aleja y convierte todo en un laberinto sinfín, a transitar; solos. 
Porque estamos en soledad y lo estaremos siempre en el transcurso de este viaje, a pesar de las compañías transitorias.
Estamos solos, y a veces se siente más.
Cuando las horas se multiplican en milésimas de segundos infinitos, cuando el estar siendo pesa y la mente no puede parar, no se detiene, avanza y retrocede, y busca y no encuentra, y toma un mantra que repite sin cesar, buscando...
Es estar con vos, con todos, y sentirlos lejos. Y querer explicarles y ya no saber cómo, porque no solo es soledad, es vacío. Un vacío inconmensurable que hace dudar de la integridad del ser.
Y busco planear los tiempos y así, muchas veces, el nudo se esfuma, pero no lo suficiente como para olvidar los huecos.
Planificar sola y estar conmigo misma, e intentar convertirme en mi mejor y única compañía.
Busco completarme. Como era antes. Cuando todo esto no ocurría, y me desplazaba por el mundo; libre. Disfrutando de cada minuto elegido, de cada lugar.
Que ceda. Que se asiente. Que ocurra.
Que el recorrido de otras tierras sea anhelo y paz.
Que los recuerdos no atormenten ni se manifiesten; incipientes.

De aromas
Se siente en el aire. Estás llegando a mí.
Se acerca y sostiene en sus manos la esperanza de un tiempo mejor.
El amancay resurge entre la nieve y las lavandas perfuman las calles y senderos de montaña. Porque sos montaña y sos pueblo. Mi pueblo. El lugar donde sin melancolía querría terminar mis días, ya que antes no pudo ser, a pesar de los intentos. Todos fallidos. Como si siempre hubiese sido tarde. Como si nunca el momento hubiera sido el indicado.
Un sol muy rojo anuncia el final de un nuevo día, y la tarde fresca preludia una noche de luna llena.
Elijo caminar, caminarte. Elijo recorrer, descender esos kilómetros respirando, oliendo, transmutando.
Cada día que pasa te siento más mío. No sé si alguien te habrá querido así alguna vez, a pesar de haberte elegido, y se jugaron por vos a tiempo.
Y casi que una vez fue, y estaba todo dado, pero la suerte no lo quiso, o quizás yo no me atreví o no era el momento; otra vez.
Sin embargo las lavandas me acompañan, los liliums naranjas se parecen a tus amancay, y me traslado entonces a tu tierra. Mi tierra.

De búsquedas
Respiro. Busco. No encuentro. 
Y sin embargo, tiene que salir, enfocarse en un camino, tomar partido; ser.
Precisa un rumbo; letras. Letras que unidas digan, tengan ritmo y canción, que expresen el adentro, que escupan hacia afuera la madeja, el nudo.
Podría hablar del escozor, desde que sé cuál será el día.
De mañana... Del hoy que resulta infinito e intransitable. De la casa que no termino de habitar.
De las fuerzas que necesito para llevar a cabo todo lo planeado. Sí, fuerzas y ganas. Que no cesen las ganas de todo. De todo lo emprendido.
Que haya resultados, que se expanda. 
Que el trazo continúe y diciendo expulse. Necesita ser expulsado y leído.
Que lo que aún parece lejano e imposible se acerque, se aproxime, se deje tocar y dar forma. Que permita que lo viva. Que lo goce. Que sea verdad y no simple anhelo.

Renacimiento
Renazco y te vuelvo a elegir.
Renazco. Todo está por darse.
Es la oportunidad de cancelar pasados inconclusos, de no cometer los mismos errores, de no pasar por las mismas falencias.
Renazco y soy en vos y vos en mí, y no me arrepiento, pero cargo con el recuerdo de todo aquello que no pudo ser o fue desacierto.
Elijo tu compañía y acepto tu propuesta, con los mismos riesgos, aún sabiendo que Aylin no vendrá jamás. Que solo sería un sueño temprano de los dos. Que partirías tan pronto.
Quizás sería menos confiada, pero ignoro si saldrá bien... 
Cargo con suma de recuerdos en mis espaldas. No puedo decir nada, lo elegí así.
Mi lugar en el mundo vuelve a ser el mismo de antes y decido recorrer y recorrerte en soledad, con mi mejor compañía: yo misma.
El sol es mi aliado. Él me guía por los senderos del bosque de mi Sur; la Puntilla de Quila Quina. Así será.
Me animo a vos, y no cargo con la pena de años, de no haberte mirado a los ojos y dicho la verdad, más que a través de aquella poco cobarde carta.
Intentaré tantas otras cosas que antes no supe, no pude...

Esperas
"A Rossina le molestan más las esperas que la no compañía". 
Y fue así que descubrimos que tenía que volver. Descubrí. 
La pausa no era más que un espantosísimo letargo de espera, que no conducía a ninguna parte.
Y volví, con todos los miedos juntos pero volví, y ya pasó un calendario completo, y el reto es diario.
Lo descubrimos después de mi tarde con él, al que debía esperar para el encuentro de poesía. Y el tiempo, por error, decidí pasarlo en casa, solo esperando el momento. Vaticinando una y mil veces cómo sería el encuentro. Y no había querido bastones, y estaba siendo un calvario.
Y lo mismo pasa con vos. Sí, con él, el de siempre. Que cada espera es un infinito múltiplo de segundos agitados y veloces, y cuesta estar aunque sea lo más preciado.
Y el predominio del escozor por sobre la alegría del encuentro. 
Y juego en desventaja. Siempre.

Espejos
Se piensan que ya no duele, que la herida no dejó cicatriz. Que tantas lejanías y displaceres cesaron hasta el olvido. Pero retornan, duelen sus marcas, las que acompañarán para siempre, aunque aprenda a convivir con ellas.
Y quedaron los miedos de volver atrás. Tanta nada. Tantos no a todo lo que se presentaba, a cuanta sugerencia hubiese...
Y me ven distinta, con el largo laberinto ya recorrido, aunque no cese de pensar si habrá algún recoveco, algún giro, donde me quede detenida, o lo que sería mucho peor aún, regresando al anterior estado. Una vez más.
Cuesta lo que todavía cuesta; la soledad. Las horas conmigo misma donde el repiqueteo de palabras invade y no es simple aquietar la mente.

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Aquietar la mente es muy difícil.
Ya me gustaría saber como hacerlo.

Besos.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Rochies, he sentido esos silencios, que taladraban el alma, esos recuerdos latentes y vivos. Tu amor a Montevideo y sus calles, tus esperas,tus cambios de tiempo, como si nada hubiera sucedido y vuelves a hablar con los seres queridos que se fueron...Esa lucha entre la fortaleza y la debilidad por aceptar lo inevitable y seguir adelante...Ese diálogo interior, que te enfrenta a tu soledad y darte cuenta, que las heridas siguen ahí, inevitablemente a pesar del tiempo...Ese calvario, que has pasado te conduce a ti misma, a tu esencia, a tu confianza y a tu propia fortaleza, que va surgiendo poco a poco...
Siempre he pensado que la sincronía existe entra la tierra y el cielo...Ellos siguen cerca de ti,impulsándote, animándote y dándote luz...Has sido muy valiente por enfrentarte a todo esto, sacarlo fuera y mirarlo cara a cara...
La vida nos quita personas y nos acerca otras, que siguen ayudándonos y dándonos confianza en la vida.
Te dejo mi gratitud por compartir y mi abrazo grande...Gracias por el mate, ha sido un placer, Rochies.
M.Jesús

 
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